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Si tu hijo no se aburre, es que está sobreestimulado

Si tu hijo no se aburre, es que está sobreestimulado


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Hoy en día vivimos en una sociedad que se guía por la competitividad, las comparaciones. Esto hace de alguna forma que los adultos experimenten una especie ansiedad por convertir a los niños en “superdotados”.

Esto implica una sobreestimulación hacia los niño desde que nacen, pasando por todas las etapas de su desarrollo, hasta que se convierten en adultos. Este “bombardeo” de estímulos aparece en forma de actividades que ocupan todo el tiempo del día del pequeño y no le deja tiempo para aburrirse. Haz esta reflexión, si tu hijo no se aburre nunca, es que está sobreestimulado.

Que el niño se aburra es bueno. Los momentos en los que esto sucede son espacios de tiempo donde el niño tiene libertad de elegir qué es los que quiere hacer. Es decir, es la ocasión perfecta para que los pequeños puedan dar rienda suelta a su creatividad.

Con el aburrimiento se da la oportunidad al niño para que desarrolle muchas capacidades positivas en su desarrollo. De este modo, ese tiempo libre en el que parece que no hace nada, en realidad el pequeño está desarrollando pensamiento propio, llenando su mente de ideas nuevas y que hacen progresar a su imaginación.

Así, a medida que la imaginación del niño incrementa, su creatividad será cada vez más notable, siendo la mejor guía hacia el éxito y la felicidad que pueda tener el pequeño.

Los niños viven saturados de tareas y actividades. No hay momento del día en el que la mayoría de los pequeños no estén ocupados en algo. Hoy en día se piensa que si el niño no hace ninguna actividad no aprovecha el tiempo. Por ello, si esto ocurre los adultos inmediatamente buscan algo con los que los pequeños se puedan entretener.

Intentan programar todo lo que hacen con actividades dirigidas que producen el efecto contrario al de las actividades libres. Con las actividades dirigidas los niños se hacen dependientes, solo aprenden a cumplir órdenes preestablecidas. De este modo, se perjudica la creatividad.

Si los adultos sobreestimulan a los niños continuamente, los pequeños se harán muy sensibles a todos los estímulos que les rodean y cada vez necesitará más y más. Esto implica que los niños sobre estimulados no puedan centrarse mucho tiempo en una actividad concreta.

De este modo no podrán desarrollar la imaginación necesaria para fortalecer la creatividad. Por tanto, será necesario que los adultos sean conscientes de la necesidad que tienen los niños de disfrutar de espacios de tiempo en los que se aburran y puedan desarrollar esta capacidad. Para conseguirlo, los adultos deben:

- Fomentar la curiosidad y la iniciativa de los niños. Los adultos debe tener en cuenta los intereses de los niños y darles diferentes alternativas para que puedan decidir. No cargar a los niños con muchas actividades que no han elegido ello ya que puede ser contraproducente.

- Dotar su día a día con tiempo libre. Ese espacio de tiempo es fundamental para que jueguen sin reglas preestablecidas, que se dé un juego espontáneo en el que sean ellos los que establezcan las normas.

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