Muchos papás se preguntan cómo pueden enseñar o ayudar a los niños a manejar la rabia, la ira o el enfado. Lo primero que tenemos que aceptar es que los niños, al igual que los adultos se enfadan y se enrabietan, pero que, a diferencia de los adultos, ellos no siempre tienen herramientas para gestionar sus emociones.
Categoría Conducta
Ser egocéntrico significa que la persona sólo piensa en sí mismo y no importa lo que piensen o sientan los demás. Pero en el caso de los niños no significa que sea egocéntrico (o egoísta) simplemente que están en una etapa evolutiva en la cual ellos son los protagonistas porque aún no han desarrollado un pensamiento empático.
Otoño, invierno, primavera o verano... Cualquier época del año es buena para enseñarles a los niños a crear sus pequeñas metas para mejorarse cada día. Mini logros que le harán ser más feliz y convertirse en una gran persona. Y un proceso del que también, como padres, podemos aprender para mejorarnos.
¿Te han montado tus hijos alguna rabieta? ¿Sabes para qué sirven y por qué es bueno que los niños tengan rabietas? ¿Quieres hacer que vayan a menos? En este post vas a entender por qué es algo evolutivamente natural e inevitable, también porque es importante que tus hijos te monten rabietas y qué preguntas hacer para que pueda pararse a pensar y que tenga más autocontrol.
Las peleas y las discusiones entre hermanos son frecuentes, ¡ya bien lo sabes! Uno de ellos quiere un juguete y el otro lo intenta retenerlo en su poder a toda costa y es ahí donde se inicia la discusión. ¿Qué hacer? Muchas veces tú te quedas mirando sin saber si es mejor intervenir o dejar que lo resuelvan por sí solos.
Cuando los niños empiezan a hablar es una etapa muy divertida e importante en su desarrollo. Van repitiendo todo lo que oyen, frases, palabras, expresiones… Muchas de ellas, en boca de un niño, resultan muy graciosas y divertidas… ¡hasta que dicen su primera palabrota! ¿Cómo hay que reaccionar en este momento?
Todas las personas necesitamos a lo largo de nuestra vida a otras personas como referentes, es decir, personas que de una u otra forma acaban impregnando y modificando nuestros comportamientos y nuestras actitudes. A medida que crecemos nuestros referentes van cambiando, y vamos eligiendo a aquellas personas que son modelos de vida para nosotros, que nos transmiten actitudes y comportamientos que no tenemos pero que deseamos incorporar.
Muchos papás se preguntan cómo pueden enseñar o ayudar a los niños a manejar la rabia, la ira o el enfado. Lo primero que tenemos que aceptar es que los niños, al igual que los adultos se enfadan y se enrabietan, pero que, a diferencia de los adultos, ellos no siempre tienen herramientas para gestionar sus emociones.
Cuando nuestros hijos pierden los nervios, gritan o fruncen el entrecejo, nosotros nos contrariamos y reaccionamos de una manera negativa. Pero, ¿sabías qué es bueno que los niños se enfaden? Vamos a analizar el mecanismo del enfado y a observar esta situación desde una perspectiva distinta, ya que es una manera de defenderse ante los diferentes ataques y con ella nuestros hijos aprenden y desarrollan la resistencia a la frustración.
Si vuestro pequeño está apunto de cumplir dos añitos, debéis empezar a prepararos porque llegan las rabietas. Y aquí no hay manual de instrucciones ni fórmula mágica que os garantice el éxito para combatirlas, ¡debéis encontrar vuestro propio camino juntos! Yo también he pasado por ello y por ello quiero compartir mis trucos de madre para luchar contra las rabietas infantiles.
Oficialmente ya es verano y no porque lo diga el calendario sino porque las altas temperaturas ya nos han advertido de ello, ¡y de qué manera! Esto se traduce en que nuestro ocio se basa, principalmente, en montar en bicicleta, pasarnos las tardes en la piscina y refrescarnos con pistolas de agua, algo que puede crear cierta polémica.
Los niños a lo largo de su desarrollo y, sobre todo en las etapas que abarcan desde los 4 a los 10 años, van adquiriendo cada vez más el miedo a ser abandonados o a ser ignorados. Es por eso que los pequeños reclaman la atención de los adultos de su entorno cuando sienten que no están recibiendo la atención suficiente.
Temo ese momento de llegar a casa después del trabajo, porque es abrir la puerta y encontrarme con mi otra realidad: mis hijas jugando en el suelo del comedor y todos los juguetes esparcidos por todos los rincones. Pero, buenas noticias, ¿sabes por qué las madres debemos dejar de preocuparnos de que todo esté tirado y nada en su sitio?
Una de las preguntas que más nos hacemos los padres, la incógnita que siempre ronda nuestras mentes, la duda de la que no tenemos respuesta propia es... ¿cómo se comporta mi hijo cuando no estoy delante? Y es que creo que ningún padre podría decir con una seguridad del 100 cómo es la conducta de su hijo o hija en su ausencia.
Las rabietas de los más pequeños de la casa, ¿qué decir de ellas que no hayamos dicho ya? Son una señal de la falta de tolerancia a la frustración, todos los niños pasan por ellas en mayor o menor medida y los padres tenemos muchas opciones y herramientas en nuestra mano para poder ayudarles y no empeorar aún más la situación.
Seguro que alguna vez habéis escuchado las siguientes frases & 39;siempre me sale todo mal& 39;, & 39;y si al final me caigo& 39; o & 39;él debe estar triste porque yo estoy triste& 39;. Pues bien, estos pensamientos hacen referencia a lo que en inteligencia emocional llamamos distorsiones cognitivas.
Muchos padres no pueden creerse cuando el profesor o tutor dice que sus hijos no se levanten casi de la mesa y tienen una conducta casi ejemplar, cuando en casa ocurre todo lo contrario y son todo un toberllino y hay que estar lidiando con ellos todo el rato. Algo parecido sucede cuando los padres dejamos a los niños a cargo de otros familiares.
¿Los niños pueden guardar rencor? Si algo les molesta o se enfadan, ¿pueden recordarlo y actuar en consecuencia a este sentimiento durante mucho tiempo? El rencor es una emoción común, tanto en pequeños como en adultos, sin embargo, muchos no la saben entender y controlar (ni siquiera cuando son grandes).
Los secretos son algo que no se cuenta, que ocultamos en nuestro interior y que si se comparten, solo lo haremos con un pequeño número de personas que son de gran confianza. Por eso, a sabiendas que a los niños les cuesta mucho guardar secretos, los padres dejamos de compartir ciertas confidencias con nuestros hijos.